PROCESO Y CAMBIO.
El
tipo de proceso característico de los sistemas sociales es lo que denominamos interacción. A fin de comprender la
acción en nuestro sentido, ese proceso debe enfocarse en niveles simbólicos.
Esencialmente, se refiere al nivel lingüístico
de expresión y comunicación, el concepto de un nivel amplio es
justificable, debido a que los factores que denominamos habla y escritura
participan en muchos otros eventos significativos, como los “gestos”, “las
aplicaciones físicas de metas” etc. Además, hay medios simbólicos de interacción, a parte del lenguaje, como el dinero que tal vez sea mejor
considerar como lenguajes especializados que como ordenes esencialmente
diferentes de comunicación.
Un lenguaje no es
simplemente un conjunto de símbolos que se han utilizado en el pasado; es un
sistema de símbolos que tienen significado en relación a un código. Un código lingüístico es una
estructura normativa paralela a la que se compone de normas y valores
societarios, de hecho, puede considerarse adecuadamente como un caso especial
de la norma, dejando margen para su enfoque cultural, por oposición al social.
En
general, los procesos de comunicación afectan a quienes reciben los mensajes, aunque el grado hasta el que los efectos son
los deseados por quienes efectúan la comunicación es siempre algo problemático.
La recepción de un mensaje puede estimular una salida que, en cierto modo, es
una respuesta. No obstante, el no responder es también alternativa, sobre todo
cuando algunos mensajes se “difunden” (por ejemplo, si se imprimen en un
periódico), de tal modo que “cualquiera” puede
o no verlo y responder o no.
El
proceso que conduce a una respuesta relacionada en cierto modo con una o más
recepciones de comunicación, puede denominarse “decisión”. Este proceso se
produce dentro de la “caja negra”, que es la personalidad del actor. Hasta
donde la comunicación es parte de un proceso social, la personalidad desempeña
un papel cuya naturaleza depende de
sus relaciones con los receptores reales y potenciales del mensaje y con las
fuentes de las que proceden sus recepciones de comunicaciones.
Aun
cuando una decisión puede ser ostensiblemente una respuesta a un mensaje en particular, es poco apropiado
considerarla como consecuencia de un
estímulo simple. Una decisión es siempre una consecuencia de una combinación de
factores, entre los que una entrada
inmediata es solamente uno de ellos. Todos los procesos sociales deben
concebirse como la combinación y la recombinación de factores comunicables y variables.
Por
ejemplo, el uso del poder puede concebirse como la comunicación de una decisión
a las partes requeridas, de modo que sus implicaciones comprometen a una colectividad
y todos los actos de sus miembros importantes. Así, al ordenarle a su unidad
que realice un ataque, un oficial se limita hacer la orden, activando en esa
forma un sistema conductual complejo por parte de sus hombre; sin embargo,
resulta claro que esos procesos cibernéticos de comunicación sólo pueden operar
eficientemente en contextos en los que las estructuras institucionales ejercen un control
cibernético estrecho sobre los diversos factores.
En los
niveles teóricos más generales no hay diferencias entre los procesos que sirven
para mantener un sistema y los que sirven para cambiarlo. La diferencia reposa
en la intensidad, la distribución y la organización de los componentes
“elementales” de procesos particulares relativos a los estados de las estructuras
a las que afectan; sin embargo, cuando describimos una revolución carismática o
el desarrollo de un sistema burocrático, diciendo que se trata de procesos, se
generaliza en realización a combinaciones muy complejas de procesos
elementales.
Bibliografía:
Contin,
A. (1974). La sociedad perspectivas evolutivas y comparativas. México: Trillas.
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